La danza en nuestra tierra, nació al tiempo que su música y sus canciones. Siempre que sentimos el ritmo, o una canción, nuestro cuerpo se siente impulsado a moverse a ese son.
En nuestras danzas, ha habido cantidad de injerencias y, no han sido todas buenas. El folklore, dado que es algo que se desarrolló en el tiempo, para que nuestras generaciones lo entiendan, tal y como fue, debe representarse como nuestros ancestros las interpretaron.
A veces, no se da importancia a un pequeño detalle y, el mismo, es un anacronismo. Ver actualmente a un bailarín, con un reloj de pulsera, es un disparate. O con cualquier otra prenda contemporánea. Unas gafas, por ejemplo. Y esto, en lo que concierne a las mujeres, se debe tener en cuenta igualmente.
En aquella época, el pudor, era algo que se llevaba al extremo. Algo a lo que hoy no se le da ninguna importancia, entonces marcaba a la mujer de manera definitiva. Las mujeres, bailaban con las manos a media altura, por dos razones. La primera, es porque las movían hacia los lados en un movimiento como de abanico, acompañando a la danza, y, la segunda, porque las tenían más cerca de las sayas, bajándolas rápidamente cada vez que se iniciaba en la danza un giro, para evitar que se les levantara la ropa más arriba de lo que el decoro permitía.
